Nah, en realidad no estudié tanto.
Ni dormí tan poco.
Pero sí que es cierto que buscaba la forma de cocinar cada poco tiempo. Normalmente era los fines de semana o en mis días libres, aunque a veces me tomaba vacaciones inventadas (venga, pasado mañana tengo examen de Filosofía e Historia del Arte, me da tiempo a cocinar esta tarde y ya si eso mañana empiezo con Kant y la pintura del Gótico) para hornear un poco y volver a la carga.
Y todo lo que hacía lo dividía en dos: una parte para mis chicas (mi querida madre y mi hermana) y otra parte para mis chicos (mis amigos artistas, aunque el 90% sean mujeres).
Creo que todo el mundo quedó bastante satisfecho. Los que no probaban mis cupcakes me miraban con odio (y a los cupcakes, con deseo).
Por algo será.